Acabo de ver una película ambientada en la belle époque parisina. Donde corría el champagne, pero también la absinthia o ajenjo, en español. Absintia, del griego apsinthion, que dio en latín absinthium, contiene un alcaloide consumido desde la antigüedad por sus propiedades tónicas y febrífugas. Era una planta tenida como medicina. Con ella se elaboraba en la edad Media un fuerte vino, un poco amargo. Esa suerte de vino renació mucho tiempo después, en ciertos ambientes del París del siglo XIX. Hay un famoso cuadro de Edgar Degas, L´Absinthe, pintado en 1876, en el que se ven dos personajes en el café La Nouvelle Athenes. Era un café parisino muy frecuentado por los artistas parisinos durante el tercer tercio del siglo XIX. Un personaje es el grabador Marcelline Desboutin. El otro es la actriz Ellen Andrée. Sus caras desencajadas y tristes son la mejor descripción que puede hacerse sobre los estragos causados por el consumo desmedido de absintia.
La absintia era un licor preparado con ajenjo, de color verde claro, con 50 a 60 ° de alcohol que llevó a la locura a varios intelectuales y artistas de la incansable bohemia parisina. La absintia se preparaba, en realidad, a partir de la infusión de varias hierbas, en especial ajenjo, anís e hinojo. Esa combinación, inventada por el médico francés Pierre Ordinaire, en Couvet, Suiza, era recomendada como un reconstituyente. Pero la gente lo tomaba como afrodisíaco. Ordinaire, urgido por problemas económicos, terminó vendiendo la receta a Henry-Louis Pernod, produjo y comercializó, junto con Henri Dubied, la absintia en Francia desde 1797. Se la conocía como la “muse verte”, la musa verde, en la que buscaron inspiración artistas parisinos como Edgar Degas, Henri Tolouse-Lautrec y Pablo Picasso. Algunos se hicieron completamente dependientes de la absintia, como sucedió con el poeta Paul Verlaine- Y también cayeron bajo su influjo muchos de los militares franceses que prestaban servicio fuera de Francia, en las regiones tropicales coloniales, buscando protegerse contra el paludismo. Los médicos de la época decían que el consumo frecuente de la absintia destrozaba el sistema nervioso, enloqueciendo a los adictos.
Los estragos en las personas adictas eran tan fuertes que se convirtió en un problema social. Por ley francesa del 16 de marzo de 1915 se ordenó prohibir la producción de la bebida y su consumo. La prohibición duró un poco más de 15 años. Al restablecerse el consumo, en 1932, volvió la bebida pero modificada, con menor graduación alcohólica, eliminando el ajenjo de la mezcla. La bebida empezó a elaborarse con anís (Pimpinella anisum), y otros ingredientes, y se hizo muy popular en.el sur de Francia, bajo el nombre de marcas comerciales como Pernod, Ricard. A partir de 1951 comenzó a elaborarse el pastis, una bebida familiar que, como el anís, cambia de color cuando se le agrega agua: el anís pasa de amarillo a verdoso, y el pastís, de amarillo café a blanco grisáceo.
Para terminar referiré una ingeniosa anécdota que tomé del Grand Dictionnaire de la Cuisine, del también grande Alejandre Dumas.
Uno de los adictos a la absintia era el poeta romántico francés Alfred de Musset (1810-1857). De Musset era miembro de la Academia Francesa, pero faltaba mucho a las reuniones, por lo que era criticado. Alguien le comentó a otro académico, de nombre Villemain, que el poeta De Musset se ausentaba mucho de las sesiones académicas. Diciéndole en francés: “S´absenthe un peu trop” (se ausenta mucho). Y Villemain, que conocía la afición alcohólica de De Musset, respondió: “¿Vous voulez dire que s´absinthie un peu trop?”