El Covid-19 y el Olfato

Covid19 y el Olfato

Vivimos, afortunadamente,  en el reino de la incertidumbre. La necesidad de dar respuestas a preguntas que nos hacemos, siempre estamos haciendo y haciéndonos preguntas,  es, realmente,   una bendición. Una bendición  tan maravillosa que mantiene vivo el interés, espolea la motivación, fundamenta el aprendizaje y mantiene  encendida la llama de la vida.  Ahora con el avance del Covid-19, que es un virus  que nos acerca a la muerte, vuelve a plantearse una pregunta que aún no ha sido respondida, y  que los microbiólogos están aún lejos de responder sobre  los virus. ¿Qué son? ¿Son o no son  seres vivos? Por  ”mayoría”,  los especialistas decidieron, en reciente congreso mundial, que los virus  no son seres vivos. Pero algunos de los asistentes, salieron de la sala,  criticando esa postura. Con razón, porque los virus están en la frontera entre lo que es vivo y no lo es. No están vivos, porque carecen de célula (el núcleo de la vida) y de una estructura para autorreproducirse. Pero, no están muertos, porque  se reproducen, secuestrando otras estructuras moleculares.  Para hacerlo,  necesitan de otras estructuras complejas como las de la célula, que se convierte en su hospedera. Mientras tanto están inertes, en el aire. Esperando una oportunidad… Al introducirse en el cuerpo, los virus  se le “pegan” a una célula hospedera, secuestrándola. Como están formados por restos de materiales genéticos (ADN, o su parte molecular ARN), pero carecen de la capacidad de reproducirse por sí mismos, aprovechan la oportunidad para incursionan en la célula  hasta llegar a su núcleo, al ARN de la célula, y empiezan a copiarse, y  a crecer y crecer hasta que la hacen  “reventar” para liberarse.  Y van a otra célula, haciendo lo mismo para contagiarla, y diseminarse:   así siguen. Para muchos los virus no son seres vivos, para otros cumplen algunas funciones de los seres vivos, como crecer,  reproducirse y morir, por lo que pueden ser considerados activos, no como los seres vivos que conocemos (animalia, plantae, funga, protista, archae, bacteria), sino de otra manera. Habría que crear una nueva categoría o dominio para nombrarlos, porque muertos, lo que se dice muertos, no están. Son como zombies: muertos vivos.

Pero, ¿cómo hace el virus para entrar a las células? Hay muchos tipos de virus (no todos fatales y dañinos, como el Covid-19.  Leí que de un 5 a un 10 % de nuestro genoma  tiene origen vírico. Es decir, que somos mamíferos gracias a ellos). Tomaré solo uno de los que resultan  perjudiciales para nuestra salud. Este virus que  ahora nos angustia y aterra: el virus SAR-CoV-2.

El virus SAR-CoV-2  utiliza dos proteínas  de las superficies de las células para entrar en ellas. Una es ACE2 (Angiotension converting  enzyme II) y TMPRSS2 (Transmembrane serineprotease 2). El virus tiene en su superficie  la proteína S (Spike) que puede unirse a la proteína ACE2, que es el receptor.  En ese momento entra en acción la proteasa TMPRSS2, una enzyma que corta la proteína  S en dos partes, S1 y S2, permitiendo que el virus entre en las células mediante un proceso llamado endocitosis.  Ya adentro, el virus forma una cubierta con la membrana celular, “agarrándose” a los  receptores ACE2. Pero, ¿de cuáles células se agarra? De las que forman el epitelio olfatorio, un tejido formado por tres tipos de células: las células basales, las neuronas sensitivas olfativas y las células de soporte. Esas células de soporte son el medio por el cual se expresan los genes ACE2 y MPRSS2.

El SARS-CoV-2 infecta a las células de soporte y las daña. Al dañarlas, afecta también a las neuronas sensitivas olfatorias. Entonces, ya no podemos oler. Por eso se incluye la pérdida del olfato (anosmia) o del gusto (disgeusia) entre los síntomas del contagio del Covid-19, junto con otros como fiebre alta, tos seca, dificultad para respirar y fatiga.

Resultó afectado  el sentido del olfato, pero,  ¿por qué se pierde también el sentido del gusto? No olvidemos que el olfato y el gusto funcionan  como una pareja, que se complementa en su función. Al comer, percibimos de entrada el olor del alimento, presente en el aire  como sustancias volátiles en el aire. Luego, al ingerir, percibimos los sabores en las papilas linguales, que se encuentran en la lengua. Estas papilas tienen unos receptores conocidos como yemas gustativas, que tienen células gustativas, células basales o precursoras y células de soporte. Al parecer, el SARS-CoV-2 procede igual que lo hizo con el olfato. Y perdemos también el sentido del gusto. Al superar la enfermedad, recuperamos la función  de las neuronas sensitivas olfatorias en unos dos meses. Y las células receptoras  gustativas afectadas se regeneran en un lapso más breve,  entre diez y catorce días.

La estrecha relación existente entre el olfato y el gusto  constituye una acción  sinérgica  e incide en la captación e interpretación de las sensaciones gustativas y olfativas, repercutiendo sobre la calidad de vida de las personas. Hay sabores  simples que pueden captarse sin que intervenga de manera decisiva el olfato. Son los sabores primarios: salado, dulce, agrio y ácido. Pero hay sabores mucho más complejos, resultantes de la combinación de los sabores primarios, que requiere de la acción combinada de los dos sentidos. Cuando  una persona tiene dificultades de captar los sabores, debido a alguna anomalía, una disfunción, ese hecho  puede ser  una señal de que se está iniciando una enfermedad neurológica grave o una enfermedad sistémica.