Pero,
¿cómo hace el virus para entrar a las células? Hay muchos tipos de virus (no
todos fatales y dañinos, como el Covid-19. Leí que de un 5 a un 10 % de nuestro
genoma tiene origen vírico. Es decir,
que somos mamíferos gracias a ellos). Tomaré solo uno de los que resultan perjudiciales para nuestra salud. Este virus
que ahora nos angustia y aterra: el
virus SAR-CoV-2.
El
virus SAR-CoV-2 utiliza dos
proteínas de las superficies de las
células para entrar en ellas. Una es ACE2 (Angiotension converting enzyme II) y TMPRSS2 (Transmembrane
serineprotease 2). El virus tiene en su superficie la proteína S (Spike) que puede unirse a la
proteína ACE2, que es el receptor. En
ese momento entra en acción la proteasa TMPRSS2, una enzyma que corta la
proteína S en dos partes, S1 y S2,
permitiendo que el virus entre en las células mediante un proceso llamado
endocitosis. Ya adentro, el virus forma
una cubierta con la membrana celular, “agarrándose” a los receptores ACE2. Pero, ¿de cuáles células se
agarra? De las que forman el epitelio olfatorio, un tejido formado por tres
tipos de células: las células basales, las neuronas sensitivas olfativas y las
células de soporte. Esas células de soporte son el medio por el cual se
expresan los genes ACE2 y MPRSS2.
El
SARS-CoV-2 infecta a las células de soporte y las daña. Al dañarlas, afecta
también a las neuronas sensitivas olfatorias. Entonces, ya no podemos oler. Por
eso se incluye la pérdida del olfato (anosmia) o del gusto (disgeusia) entre los
síntomas del contagio del Covid-19, junto con otros como fiebre alta, tos seca,
dificultad para respirar y fatiga.
Resultó
afectado el sentido del olfato,
pero, ¿por qué se pierde también el
sentido del gusto? No olvidemos que el olfato y el gusto funcionan como una pareja, que se complementa en su
función. Al comer, percibimos de entrada el olor del alimento, presente en el
aire como sustancias volátiles en el
aire. Luego, al ingerir, percibimos los sabores en las papilas linguales, que
se encuentran en la lengua. Estas papilas tienen unos receptores conocidos como
yemas gustativas, que tienen células gustativas, células basales o precursoras y
células de soporte. Al parecer, el SARS-CoV-2 procede igual que lo hizo con el
olfato. Y perdemos también el sentido del gusto. Al superar la enfermedad,
recuperamos la función de las neuronas
sensitivas olfatorias en unos dos meses. Y las células receptoras gustativas afectadas se regeneran en un lapso
más breve, entre diez y catorce días.
La
estrecha relación existente entre el olfato y el gusto constituye una acción sinérgica
e incide en la captación e interpretación de las sensaciones gustativas
y olfativas, repercutiendo sobre la calidad de vida de las personas. Hay
sabores simples que pueden captarse sin
que intervenga de manera decisiva el olfato. Son los sabores primarios: salado,
dulce, agrio y ácido. Pero hay sabores mucho más complejos, resultantes de la
combinación de los sabores primarios, que requiere de la acción combinada de
los dos sentidos. Cuando una persona
tiene dificultades de captar los sabores, debido a alguna anomalía, una
disfunción, ese hecho puede ser una señal de que se está iniciando una
enfermedad neurológica grave o una enfermedad sistémica.