El
ciclo de la alimentación está conformado por una estructura en la que destacan
cuatro palabras: apetito, hambre, saciedad y saciamiento. El ciclo empieza con
el apetito y termina con el saciamiento. Los cuatro son conceptos simples, y
distintos, pero que a menudo se confunden y producen malentendidos.
El
ciclo de la alimentación está regulado por la presencia de hormonas neuronales
e intestinales, tales como la presencia de glucosa y otros combustibles en la
sangre, etc., y de factores ambientales como la regularidad de los horarios de
comida y la apariencia de los alimentos. Si se produce una anomalía o un
descontrol en la ingesta de alimentos puede modificarse la homeostasis
energética, produciendo aumento en el peso corporal, a consecuencia del aumento
de las reservas energéticas en forma de triglicéridos.
La
homeostasis energética es la capacidad que tiene un organismo vivo para mantener
una condición interna estable, o de equilibrio dinámico compensando los cambios
con el entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el
exterior. Mantener ese equilibrio es vital para el organismo del ser vivo. En
nuestro caso, de la persona. Todo individuo necesita un equilibrio estable de
sus propiedades y funciones internas para garantizar la composición bioquímicas
y tejidos celulares. Lo que está relacionado con el mantenimiento de la presión
sanguínea, la tensión muscular, la temperatura corporal, los niveles de energía
disponible, el nivel del hambre. Ese
equilibro es el fundamento de la fisiología del ser humano y la base de su
vida. El individuo necesita mantener su temperatura corporal. Requiere eliminar, mediante mecanismos de
excreción, los desechos corporales que
pueden resultarle tóxicos, como la
orina, la heces, el sudor, etc. Necesita compensar los cambios que se producen
en el medio ambiente, ajustando su fisiología para intentar conservar la
independencia de su medio interno, capturando y conservando energía proveniente
del medio externo. Si no se adapta con eficiencia a esos cambios, muchas veces
adversos, y no evoluciona y se hace
resiliente, y fallan sus mecanismos homeostáticos, se le complica la
sobrevivencia, surge la enfermedad y posiblemente la muerte.
El
centro de la regulación de la
homeostasis es el hipotálamo, función que cumple ese órgano pequeñito, de unos 12 mm y de unos 500 mg de peso en los , y de 600 mg en las mujeres, trabajando coordinadamente con los sistemas
límbico, endocrino y nervioso autónomo.
Pero
volvamos atrás y comencemos a recoger y definir las palabras para intentar
resumir y comprender todo lo dicho.
El
elemento regulador de la homeostasis es el hipotálamo (HT), que es una región
nuclear del cerebro situada debajo del tálamo, junto a las paredes del tercer
ventrículo, y está conectado por un tallo a la hipófisis. El HT integra el diencéfalo,
junto con el tálamo, el epitálamo y el
subtálamo El HT es el órgano responsable de las funciones vitales, del
metabolismo global de la energía, del apetito y la sed. Dentro de él hay
regiones que regulan la ingesta de alimentos, como la región ventromedial,
considerada el centro de la saciedad. Si es estimulada se inhibe el deseo de comer, pero si es
eliminada se crea un apetito insaciable. Otra región del HT es la región
lateral, considerada el centro del apetito. Si es estimulada se le crea un hambre voraz a la persona, pero si es
eliminada se inhiben los deseos de comer, y la persona cae en desnutrición
severa. De tal manera que el HT regula el apetito y la saciedad.
Pero
no solo las regiones del HT están implicadas en el apetito, la saciedad y el hambre, sino que también
actúan neurotransmisores, como los neuropéptidos Y (NPY) y agouti (Ag RP). Esos
dos son los principales neuropéptidos orengénico, (que generan señales que
provocan la ingesta de alimentos). Por otra parte, la leptina y la colesistocinina
estimulan las neuronas anorexigénicas (que provocan señales de saciedad).
El
sistema nervioso central recibe información del estado energético del organismo,
y envía señales a los órganos y sistemas
periféricos para lograr un balance energético óptimo a corto y largo plazo. El cerebro funciona como un
super computador: utiliza información sensorial, nutricional, hormonal y
metabólica para regular la ingesta de alimentos, el gasto energético y la
actividad física. Su principal propósito es mantener un balance energético
neutro, en el que la ingesta de calorías es igual al gasto de calorías
Ya
hemos conocido los centros de regulación de las sensaciones relacionadas con el ciclo de la alimentación. Ahora
explicaremos brevemente cada una de esas sensaciones para mantener el
equilibrio, que se manifiesta en un peso estable, en un rango de un 10% de un valor definido. Esa información es
posible porque las neuronas del HT se localizan en una parte del cerebro que no
está protegida por la barrera hematoencefálica, y permiten el paso de alimentos
(como la glucosa y los ácidos grasos) y
de hormonas (como la insulina o la leptina), que informan a las neuronas
cerebrales sobre el estado energético del organismo. O la grelina, proteína
producida en las células endocrinas del tracto gastrointestinal, y que s
considerada la hormona del hambre. La grelina unida a la hormona del crecimiento
(GHS-R) en las neuronas del HT induce el hambre, y se refleja como una señal
que indica la necesidad de nutrimentos. Los niveles circulantes de grelina
aumentan durante el ayuno y se reducen drásticamente durante la ingesta.
El
apetito es un deseo psicológico de comer, que se asocia a experiencias
sensoriales. Es regulado primeramente por ondas sensoriales del cerebro.
Después viene el sistema digestivo y el sistema adiposo. Esa regulación tiene
dos componentes: uno a corto plazo y otro a largo plazo. El de corto plazo
regula el apetito y la finalización de las comidas individuales. El de largo
plazo regula el balance energético del organismo mediante la liberación de
factores de adiposidad, como la leptina y la insulina.
El
hambre induce a la ingesta de alimentos. Refleja la necesidad o ganas de comer,
el aumento del apetito y el ansia de comer. Es una sensación fisiológica,
pasajera que produce incomodidad, pero termina cuando volvemos a ingerir
alimentos en un plazo razonable. El hambre es una sensación pasajera, que no
debe ser confundida con la hambruna, que es una sensación permanente de
ausencia prolongada de alimentos, que
produce una condición de precariedad fisiológica en un colectivo humano. Sus efectos
son severos y perversos, y ponen en peligro
la supervivencia de quienes la padecen, especialmente a las personas más
vulnerables, niños menores de cinco años y ancianos.
La
satisfacción es un estado de plenitud que obliga a la persona a dejar de comer. Se parece a la
saciedad, pero la diferencia entre las dos es que la satisfacción es un estado
de plenitud tras haber comido satisfactoriamente, mientras que la saciedad es
una sensación de plenitud al comer.
La
saciedad es una sensación de plenitud que termina cuando se inicia una nueva
señal de hambre, determinada generalmente por la hipoglucemia, que es el
descenso de los niveles de glicemia.
El
saciamiento es un estado que la persona
experimenta en cuanto finaliza el tiempo de ingestión de los alimentos a la hora de la comida. Es un estado. No es una sensación como la saciedad, que es la
inhibición de las ganas de comer.
La
sensación, derivada del latín sensatio, es la impresión que causa algo y que es
captada por los sentidos. Y se relaciona con el contacto inicial que se
establece entre el organismo y su entorno, a través de los sentidos. Es una reacción fisiológica que deja huella o
una impronta a nivel corporal. La saciedad alimentaria es una sensación
que nos avisa de que ya no es necesario,
por ejemplo, comer más, que ya tenemos
suficiente con lo que hemos comido en ese momento. El saciamiento es un estado
psicológico de satisfacción plena después de haber comido, y corresponde, más
bien, a una conceptualización de la sensación fisiológica de saciedad.