Tres miradas sobre la Ayahuasca: La de la Medicina Tradicional, la del Psicoanálisis y la de la Neurociencia
La gente que quiere desarrollar su
autoconocimiento, evolucionar, descubrir
y sanar recuerdos desagradables que persisten y le producen distintos estados
de ánimo negativos y persistentes, como
depresión, ansiedad traumática, miedo, fobia, muy baja autoestima, etc., o que quiere
simplemente penetrar en su propia conciencia para aprender a conocerse mejor,
acude a los chamanes para participar en una sesión de ayahuasca. Es una
actividad que está de moda, y se practica en las grandes ciudades de todo el
mundo. La gente participa para tener una experiencia que les permita reorganizar
su mente, aprender a controlar sus emociones y a aceptar las cosas que no
pueden ser cambiadas y ciertos temores naturales como el afrontamiento de la muerte, y comprender los recuerdos
inquietantes del pasado para poder enfrentarlos de una manera asertiva. No
obstante, se confunde muchas veces su uso medicinal o terapéutico con su uso
lúdico o recreativo. De tal manera que, con la práctica frecuente, la toma de
ayahuasca se convirtió en un negocio muy
rentable, que excedió el ambiente natural de la Amazonía.
La toma de ayahuasca es un acto de
participación voluntaria, responsable y
de una gran significación para la vida de una persona. Para describirlo, nos
valdremos de tres enfoques o miradas distintas: la primera es desde la
perspectiva del consumo tradicional, en la que explicaremos el ritual tal como
ocurre en el contexto urbano, siempre que se cumplan tres condiciones: que se
cuente con un chamán serio, con un buen escenario y con una bebida elaborada
por un experto, que sería el propio chamán. La segunda mirada es la que se
realiza desde un enfoque especializado: el del psicoanálisis. La tercera mirada
se produce desde la perspectiva de la neurociencia.
En cualesquiera de los tres casos es
necesario observar ciertas normas: la ayahuasca se ingiere de noche, cuando
haya oscurecido, después de las ocho de la noche, en un escenario en el que
reine la penumbra, y en el que los participantes formen un grupo reducido, que permanezca en silencio
y que asista voluntaria y responsablemente a la experiencia. Los participantes
deben haber cumplido ciertas recomendaciones previas hechas por el chamán, tales
como abstenerse de relaciones sexuales al menos tres días antes de la toma, y
haber seguido una dieta, preferiblemente compuesta de vegetales y frutas,
evitando el consume de carnes y bebidas alcohólicas. La dosis del brebaje recomendada
por participante oscila entre 50 y 100 ml. El acto se realiza bajo la dirección
de un chamán de comprobada experiencia, que utiliza ciertos implementos para la ejecución del
ritual, como atados de hojas secas (huairasacha o chacapa), sonajeros,
inciensarios. Y se vale del canto de una suerte de mantras llamados ícaros y de
soplos de tabaco sobre el cuerpo del participante en ciertos momentos del
ritual. Al inicio del acto es usual que
el chamán hable de su experiencia y de sus propósitos. Explicará los efectos
desagradables propiciados por la ingestión de ayahuasca, que es un brebaje de
sabor muy amargo y de mal olor, que cuesta tragar, y que produce náuseas,
mareos, ansiedad. En muchos casos los participantes en la sesión vomitarán y sentirán
un cierto malestar estomacal. El chamán explicará, a grandes rasgos, cómo
proceder durante la experiencia.
En los tres casos se ingiere el
brebaje hecho con ayahuasca, con la adición de hojas molidas de chacruna y
cocido en agua durante varias horas.
La mirada de la ayahuasca desde la
perspectiva de la medicina tradicional
En las sesiones ordinarias se toma la
ayahuasca con el fin de buscar la curación de alguna enfermedad o calmar un
estado depresivo, empleando la intermediación del chamán, que ejerce funciones
de curandero. El chamán administra una
pequeña copa de brebaje a cada participante, el que empieza a sentir los
efectos de la toma a partir de unos 15 o 20 minutos después de la ingestión,
mientras el chamán canta repetida y rítmicamente ícaros. El participante siente
un cosquilleo en el cuerpo, mientras se inquieta: aumenta su ritmo cardíaco y
respiratorio. Y se produce cierta sudoración, mientras entra en una suerte de
trance o de conciencia ampliada. Entonces se le aparecen ciertas visiones, de
figuras geométricas muy coloridas, y luego de animales, generalmente felinos,
murciélagos y serpientes. En este punto la experiencia se vuelve muy intensa, y puede resultar aterradora.
Entonces, el chamán tranquiliza al participante con sus cantos, sus utensilios
y su aproximación, mientras expele soplos de tabaco. La descripción de esas
sensaciones resulta muy difícil para el participante. Luego se calma, y se
recoge. Los efectos de la toma van lentamente desapareciendo en un lapso de una
a tres horas. Tras lo cual, el
participante queda agotado pero sereno. En algún momento de la experiencia, el
chamán entró en contacto, gracias a la ayahuasca, con la dolencia del
participante y le ayudó a iniciar el proceso de curación, si ese era el caso. Lo
importante es que el participante logre comprender la raíz de su inquietud o de
su padecimiento, y proceda a cambiarla
con sus decisiones.
La mirada de la ayahuasca desde la
perspectiva del psicoanálisis
El psicoanálisis es tanto una teoría
o enfoque teórico, como una práctica terapéutica para explicar el
funcionamiento de la mente humana y el comportamiento individual. Fue creado
por Sigmund Freud, entre 1885 y 1939, para el tratamiento de los problemas
psíquicos de los pacientes, incapacitados para desarrollar todo su potencial
personal para sentirse bien, útil y pleno en las actividades diarias, logrando
superar, o al menos aliviar, los estados de ansiedad, las inhibiciones y la
depresión. El psicoanálisis es una teoría sobre el funcionamiento de la mente
humana que se aplica con la ayuda de un analista que, actuando en un ambiente
seguro y confortable, va llevando al
paciente a hacerse consciente de los
conflictos que se encuentran en la parte inconsciente de su psiquis, para así poder superarlos. Es un proceso largo
y progresivo, y requiere de la intervención de un analista.
Para exponer esta mirada desde el
psicoanálisis nos guiaremos de la obra
de Eduardo Gastelumendi, un destacado médico psiquiatra y psicoanalista peruano,
que ha experimentado durante mucho tiempo con la ayahuasca en sus consultas
médicas.
Para el psicoanálisis el camino al
autoconocimiento es una ruta que presenta varias reistencias o barreras. Estas
barreras son la manifestación de fantasias inconscientes, tales como raíces
edípicas. : fantasmas de sometimiento al poder de otro, o al temor a ser
abandonado o engañado. La idea es que el paciente comprenda la razón del
engaño, para poder enfrentar la verdad de sus emociones, deseos y
limitaciones. Las resistencias a la
ayahuasca se manifiesta como un temor a
perder el control de la mente y el cuerpo, viviendo una experiencia cercana a
la locura y, en cierta manera, a la muerte. Ese temor actúa como una protección
contra el abuso a la ingesta, pues la bebida produce una deconstrucción de la
percepción de la realidad y de uno mismo. La experiencia conduce a la regresión
de los estímulos en el aparato psíquico. La ayahuasca produce cambios
somáticos, que afectan la percepción del self, como un “marcador
somático”, resultante de la asociación entre las sensaciones que aparecen como
respuesta automática a esos eventos emocionales. Son percepciones que “marcan”
desde temprano en la vida.
La toma de ayahuasca lleva a una
alteración de la atención, aumentando lla atención a nuestro propio cuerpo.
Aparecerá una emocionalidad de una calidad desconocida u olvidada, con una
cierta pérdida del control motor del
cuerpo, acompañado de un estado especial de conciencia. Media hora después de la ingesta, aparecen
visiones geométricas de colores, acompañadas de gran serenidad. El participante
dirige la atención hacia su cuerpo, mientras se produce una cierta despraxia
(descontrol de movimientos motores y de la coordinación muscular, lo que lleva
a actuar con lentitud y cierta torpeza). Una suerte de “mareo”, aunque con
lucidez, y puede aparecer un estado de angustia o temor. Angustia que no podrá
controlar por sí mismo. Su pensamiento se fragmenta y surgen vivencias que
resultan difíciles de explicar verbalmente. Allí interviene el chamán,
ayudándolo con sus ícaros y su presencia.Con frecuencia aparece el miedo a la
muerte, usual en quien busque su crecimiento personal. En este caso, el chamán
actúa como un analista de psicoanálisis, tranquilizando al participante.
Aparecen, entonces, las visiones, o más bien pseudo percepciones y no
alucinaciones. Son visiones autobiográficas o de paisajes extraordinarios. Es
una especie de insight ostensivo, que marca el paso de lo
inconsciente a lo consciente, en que se
reviven situaciones pasadas, que a veces pueden ser dolorosas o traumáticas. Se
revive la trayectoria personal en una visión panorámica y profunda. Es el
momento de las decisiones: el participante reconoce la necesidad de dejar una
adicción, perdonar a su seres queridos o buscar su perdón, cambiar de trabajo o de ciudad, sí es el
caso. Eso es lo que los psicoanalistas llaman “elaboración”. Para Gustelumendi,
el cambio más notable propiciado por la ayahuasca es lo que ocurre en el propio
self, que se manifiesta en la relación con los demás y el entorno. Es decir, en la estructura mental de un
individuo y su entorno, haciéndose sus límites más permeables y la vivencia del ser más profunda. De allí
que no siempre resulta agradable la experiencia de la toma de la ayahuasca. Lo
es para las personas con un self bien construido y un espacio potencial
logrado (su capacidad para relacionarse consigo mismo y con los demás). Pero no
para aquellos con un self precario y un débil espacio potencial. En este
caso, la experiencia puede producir una reacción psicótica aguda, tal como un
cuadro esquizofrénico o severas alteraciones físicas y psíquicas.
Para Gustalumendi, la ayahusca
produce una vivencia de impacto, regresiva e intense. La session dura unas
pocas horas, pero sus efectos pueden prolongarse y determinar el curso posterior de una vida,
y puede ser más fuerte, rápida y eficaz que una sesión de psicoanálisis, que es
un trabajo de maduración lenta de la confianza y del vínculo entre el paciente
y el analista.
Otro psicoanalista (Rivas-Bolívar, 2014)
considera que las visiones junto con las alteraciones de la conciencia del yo,
descritas como una sensación de muerte y de renacimiento, pueden conducir a un
estado de éxtasis spiritual y de bienestar. Por eso la ayahuasca se emplea para
tratar trastornos del estado de ánimo y problemas de adicción. En este caso se
oponen dos visiones contrapuestas: la de la medicina occidental, que se jacta
de ser muy objetiva, y la de la medicina tradicional, que recurre a la
subjetividad, que se vales de un curandero o chamán como intermediario entre
los mundos del espíritu, la naturaleza y de los humanos. El curandero,
valiéndose de la ayahuasca, una planta sagrada y maestra (que enseña), entra en contacto con el mundo sobrenatural.
La mirada de la ayahuasca desde la
perspectiva de la neurociencia
Jordi Riba es un destacado
neurocientífico español, afiliado al Hospital Sant Pau de Barcelona, que se dedica desde hace más de 20
años a estudiar los efectos de la ayahuasca sobre el neo-córtex, el cerebro que
nos humaniza y nos permite tomar decisiones. Es responsiable del grupo de
neuropsicofarmacología del Instituto de Investigación de Sant Pau. Riba
sostiene que la ayahuasca hiperactiva el neo-córtex, y actúa sobre otras
regiones cerebrales como la amígdala y la ínsula.
La amígdala actúa como un archivo de
nuestra memoria temprana, en especial la traumática o significativa. Guarda
nuestras emociones más irracionales: el miedo, la ira, la tristeza. Y se
encarga de regular nuestros recuerdos, en especial los negativos. Laamigdala
está en la parte interna del lóbulo temporal medial, conectado con el encéfalo,
y es clave para la supervivencia, poruq integra las emociones con respuestas
conductuales.
La ínsula, según Riba, actúa como un
puente entre los impulsos emocionales y la capacidad para tomar decisiones. La
ínsula, o corteza insular, se ubica profundamente en la parte lateral del
cerebro, y se relaciona con la percepción, en especial del gusto y del olfato.
Influye en muchos procesos relacionados con el pensamiento abstracto y en la
toma de decisiones. Está implicada en loss procesos de adicción.
Los viajes con ayahuasca, para Riba,
expanden la mente y tienen un valor terapéutico. Un estudio conjunto de las
universidades de Beckley y Sant Pau encontró que la toma de ayahuasca produce
un efecto antidepresivo en personas en las que otro tratamiento no surtía ningún efecto. Efectos que eran
notables inmediatamente después de una session de ayahuasca, y que
persistían durante varias semanas. Si se lograra dominar el efecto
postviaje, que Riba llama afterglow, podría conseguirse una mejoría
notable, rápida y efectiva de la depresión.
Riba considera que la conectividad
cerebral cambia en las 24 horas posteriors a la toma de ayahuasca. Las áreas
cerebrales relacionaas con la creación y con el mantenimiento del sentido del
sí mismo, adquieren mejores conexiones
con otras regiones que procesan las emociones y las memorias autobiográficas.
Riba y sus colaboradores encontraron
que los usuarios frecuentes de ayahuasca mostraban encogimiento de una región
cerebral llamada corteza cingulada
posterior. Esa corteza es un centro nuclear importante de la red neuronal por
defecto (RND), que recibe y representa las percepciones, y toca los desórdenes
psicológicos, como la depresión, las adicciones y el estrés postraumático. En el caso de ingestión de ayahuasca, y de
otros psicodélicos, , el control represivo de la RND es menor, facilitando una
mayor conectividad cerebral y enriqueciendo la percepción. Las personas sienten, entonces, que pueden
supercar ciertos patrones compulsivos de pensamiento y de comportamiento, lo
que también sucede en el caso de la meditación o mindfulness.
Riba señala, asimismo, que 24 horas
después del consumo de ayahuasca disminuye la actividad cerebral en la zona
medial del lóbulo parietal, relacionada con la percepción del propio yo. Esa área suele estar en hiperactividad, lo que
se relaciona con pensamientos obsesivos y negativos. Eso es importante. Al
disminuir la evaluación crítica nociva de uno mismo, puede elevarse la
autoestima de la persona y aumentar la capacidad para luchar contra las
adicciones, y los pensamientos y creencias negativas. Riba cree que la
ayahuasca puede ser útil en el tratamiento de la depresión, las adicciones y
los traumas psicológicos. Desde hace varios años, la ayahuasca es empleada para
tratar los estrés posttraumáticos que
sufren combatientes, como los ex soldados estadounideses que participaron en
las guerras de Afganistán e Irak.
Riba insiste en que la ayahuasca no
es una droga lúdica y tampoco sirve para huir de los problemas. Al tomar el
brebaje, los problemas aparecen ante los ojos del usuario de una manera
muy intensa, muchas veces de manera
dolorosa.
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